¿Nuestro humor influye en lo que vemos?

Publicado el 24 de junio de 2009 por Sergio Monge

La vista es la vista, ¿no? Nuestro humor o estado emocional no debería afectar a lo que vemos, ¿verdad? Pues parece que un estudio de la Universidad de Toronto sugiere lo contrario. Del texto:

Participants were shown images designed to affect their mood in a good, neutral, or bad way. Then they were shown images, each with a face in the middle and surrounded by a place, such as a house. Participants were asked to identify the gender of the face. When in a bad mood, participants only took in information about the face. When in a good mood, participants also took in information about the surroundings. [From WebMD - Mood Literally Affects How We See World by Caroline Wilbert.]

Lo traduciría algo así como: “Se mostraron imágenes diseñadas para afectar su estado emocional de manera positiva, negativa o neutral. Después se les mostraron imágenes, cada una con una cara en el medio rodeada por un lugar, como por ejemplo una casa. Se les pidió a los participantes que identificaran  el sexo de la cara. Los participantes en un estado emocional negativo solo registraron información acerca de la cara. Los que estaban en uno positivo también obtuvieron información sobre los alrededores.”

Al parecer, la gente de buen humor percibe (o recuerda) más información que aquellos en un estado emocional negativo. Se me ocurre que esto puede estar relacionado con el arousal. Hay muchos mecanismos binarios en los procesos de nuestra mente y al parecer la atracción-repulsión que nos producen los estímulos es una de ellas. Distintos estímulos pueden generar en nosotros un deseo de acercarnos a ellos (atracción sexual, hambre, agresividad…) o de alejarnos (miedo, asco…).

Es posible que un estado emocional negativo (que podría corresponderse con ese arousal negativo, de repulsión) haga que deseemos recibir la menor información posible, que huyamos de la percepción del estímulo. La situación contraria, una activación (arousal) positiva haría que tratáramos de obtener la mayor cantidad de información posible sobre lo que nos rodea.

En cualquier caso, me parece un indicio interesante  que de confirmarse tendría aplicaciones para el neuromarketing, la creación publicitaria o incluso la realización audiovisual.

Fuente: Neuromarketing.

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8 comentarios

  1. Mertxe
    25 de junio de 2009

    Es posible la hipótesis que plateas como explicación, acerca del arousal, aunque tal vez hay otras más sencillas.
    Cuando uno está de mal humor, la atención suele fluir hacia adentro (hacia el propio estado) y se activa un diálogo interno negativo. Cuando se está de buen humor, la atención va más hacia fuera y suele rebajarse o desaparecer el diálogo interno. Por tanto en condiciones de buen humor, seremos más capaces de captar elementos de una escena que en las de mal humor. Posiblemente esto esta correlacionado con el arousal, pero a veces es interesantes saber qué hacemos con esa activación, no sólo si se produce. Es el gran reto de la neurociencia.


  2. Sergio Monge
    25 de junio de 2009

    ¡Es una aportación muy interesante, Mertxe!

    Lo cierto es que la neurociencia “sabe” un montón de cosas pero tiene muy pocas teorías globales acerca de cómo funciona el cerebro.


  3. David Gran Hermano
    25 de junio de 2009

    No veo muy claras esas explicaciones. Me parece mas probable que el mecanismo implicado sea el que hace exactamente lo mismo sobre la atención cuando estamos bajo el efecto de estimulantes suaves como la cafeína o cuando estamos estresados. A mi no me parece una aportación muy novedosa, excepto por que han conseguido acotar de forma muy convincente un fenómeno que se conoce desde hace casi 50 años, a saber, que ciertos estados emocionales (como son el estrés, la ansiedad, exictación, efectos farmacológicos estimulantes) aumentan la “profundidad” de la concentración, pero disminuyen su “amplitud”. Así hace ya unos años se demostró que el café mañanero nos facilita concentrarnos en una tarea pero nos dificulta ejecutar dos simultáneamente. No nos han dado (por lo menos en ese texto) na cuantificación de la información procesada, y sería de gran interés saber si obtener información del entorno de la “diana” produce un aumento neto de la cantidad de información procesiada o, si bien, sencillamente produce una redistribución de la misma.
    No sería raro esto último de lo cual se ha comprobado la gran influencia que tiene en algunas enfermedades neurológicas. Además, este efecto se ha correlacionado, más que con el arousal, con el grado de inhibición latente, si bien aún no está muy claro el asunto (¿por qué los estimulantes producen a la vez “dispersión” de la conducta motora en casi todas las personas?)
    Un saludo.


  4. Sergio Monge
    25 de junio de 2009

    David:

    Si tienes dudas siempre puedes acudir a la fuente del estudio:

    Schmitz, T., Journal of Neuroscience, 2009: pp 7199-7207.

    News release, University of Toronto.


  5. Mertxe
    25 de junio de 2009

    Ahí le has dado Sergio! Faltan teorías globales (yo que estoy con el tema de la Neuroestética te puedo garantizar que faltan http://neuroarte.wordpress.com/).


  6. Sergio Monge
    25 de junio de 2009

    Te he añadido al blogroll, Mertxe. Me cuesta seguir el catalán, pero más o menos se va entendiendo.


  7. Mertxe
    26 de junio de 2009

    Está en los dos idiomas, arriba catalán y abajo en azul castellano.


  8. Sergio Monge
    27 de junio de 2009

    Ups. No me había fijado. He leído por encima los primeros capítulos y me lo que guardado para volver más tarde.

    Jeje. Ahora se entiende mucho mejor.


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